Por: Liz Hay.
Últimamente siento una rara motivación por las novelas históricas, por los clásicos sí… aquellos de todos los tiempos, que en muchas ocasiones movieron las masas, levantaron revuelo y despertaron a las ciudades más adormecidas; con la fe del conocimiento, con el descubrimiento del más allá de lo percibido, radicado en una idiosincrasia, una cultura o unas costumbres arraigadas por los siglos, de un pueblo en latitud específica. Por descontado, las novelas históricas no solo nos sumergen a su realidad como si especie de atravesar un velo de bruma transparente se tratase, sus historia contadas por los protagonistas o el escritor se adhieren a ti y te insertan a especie de realidad virtual en aquella época, evento histórico, ya sea batalla en la lucha de poderes, descubrimientos, cruentas guerras mundiales, situaciones que han marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. Para convertirnos en lo que somos hoy en día. El pasado es siempre modelador del presente o al menos debería serlo, para afrontar las vicisitudes de un austero e inseguro futuro que como el agua se escurre entre nuestros dedos sin poder impedirlo.
Sí, en efecto los clásicos
de la literatura siempre nos contrastan con fenómenos que marcan una sociedad y
sus descripciones detalladas y complejas nos permiten apercibirnos de las nimiedades, dándole un
toque dramático al escrito, basado en personajes soberbios o desgarbados, pero
con un personalidad pujante y un carácter y proceder inigualable, eso es lo que
hace que conecte con nosotros, llevándolos a la vida, en nuestra imaginación.
Aquel evento histórico es en sí... otro personaje del libro, es lo que marca, modela y da forma al proceder de un libreto y guión; es eje motivacional que entreteje uno a uno, los diferentes caracteres, sucesos y marca la relación conceptual desvelando intrínsecamente no sólo, los carácteres de los personajes, las frases más célebres del autor, los post más controversiales; sino que nos adentra a una época específica, en un sitial idealizado, del que surgen carruajes, ornamentados atuendos, suntuosas y decoradas mansiones, que rememoran el arte y la cultura de la época en la que se desarrollo la trama.
¿Y PARA QUÉ NOS SIRVE?
Las novelas históricas nos abren sin darnos cuenta,
un panorama inconmensurable de culturas, sociedades, realidades latentes ya
sean políticas, económicas y culturales; éstos eventos en el desarrollo de la trama,
son los que hacen que un libro, nos solo haga mella en nosotros, removiendo
sensaciones, recuerdos, recreando paisajes increíbles, adentrándonos a lugares
y culturas desconocidas, los personaje de un libro en su realidad aparente, son
los que consiguen tocar ésa fibra que mueva las masas, que llena los foros, con
apasionados críticos o renombrados y desconocidos escritores; que plasman en cada una de sus letras, sus
imágenes visualizadas en el cerebro en un lenguaje informático, que llega a
nosotros en páginas o en aparatos modernos electrónicos, que nos garantizan
muchas horas de risas, tristeza y gozo. Como consecuencia las novelas históricas últimamente han adquirido una gran cantidad adeptos…es por
el hecho de transportarnos en un abrir y cerrar de ojos a lugares en dónde no
hemos estado nunca, algunas veces éstas historias nos motivan a hacer viajes,
te plantean otra manera de resolver conflictos, cambia nuestra percepción con
referente a la formas de abordarlos, te crean otra manera de pensar e interactuar
con la gente de tu entorno, en definitiva te brinda cultura. Los libros logran
todo eso y mucho más, ya que también te procuran un léxico más amplio, un entendimiento más objetivo, un
crecimiento personal sin paragón.
A su vez, las novelas históricas también, te ofrece
otra realidad, te crean esa sed insipiente que te empuja a investigar más, a
informarte, a buscar imágenes o libros que cuenten e ilustren la realidad
descrita en un parágrafo, te convierten en un ser mucho más pensante y crítico,
te llenan de conocimiento y con ello de poder. Te permiten mantener
conversaciones contextuales en cualquier ámbito, puede servirte para romper el
hielo en una convención o para captar la atención de un comprador o inversor,
ya que deja entrever mucho de ti. Si nos vamos más allá te permite ir a
concursos, ganar dinero o conocer gente nueva que conecte contigo, con tus
gustos y afinidades.
Si alguna vez te topas
con uno de esos clásicos, por muchas páginas que lleven, con esa portada raída
y lleno de polvo o con ese lenguaje culto y rico pero complejo, con esas
historias lentas y apacible pero hermosas, con esos personajes de antaño que te
roban el aliento, con esa realidad de aquella época en su contexto, no los deje
escapar, por algo les llaman clásicos, porque sobreviven al tiempo, no importa cuántos
años pasen, ellos siempre seguirán allí, para todas las generaciones venideras.
—¿Y qué pasa con los de
la actualidad?—.
Pueda que también el
tiempo, los transforme en clásicos de las generaciones futuras.